El Nuevo Troyano

¿Qué tendrás tan irresistible que eres capaz de doblegar al hombre más fuerte?
¿Cuál será, ese, tu poder que está separando a toda la humanidad bajo el indigesto lema “2 metros. La distancia que nos une”?
¿Hasta dónde eres capaz de intoxicar abanderando la responsabilidad y la salud de todos?

¿Cómo te sientes al asfixiar en máscaras de incoherencias insostenibles?
Permíteme decirte, buen disfraz elegiste,
De invisible te ataviaste para que, al no poder verte, tuviéramos que imaginarte,
Oh, temible e incontrolable monstruo cubresonrisas.

A nuestros ojos apareciste como la resurrección del mito de la Caverna,
Manteniéndonos paralizados ante la sombra de nuestra propia impotencia.
Como un troyano entraste en nuestras vidas con la careta de pandemia
Sin embargo, dentro aguardabas un peligro todavía mayor:
Un ejército de fraccionamiento, confusión e incoherencia.

Tus tres grandes caballos despistaron y de conocimiento desarmados,
caímos todos, aunque solo fuera por un momento,
en tus desalmados brazos.
Sin pasar por nuestra cabeza ni un vago desacato,
Nuestra obediencia ciega, alimentó tu fuerza,
Nuestra ignorancia, tu trascendencia.

Llegaste a los lugares más recónditos donde antes solo había yerba,
Extendiéndote rápidamente hasta el último confín de la tierra.
¿Quién soy yo para juzgar? No puedo tirar la primera piedra.
Yo también fui tu súbdita fiel.
Aunque ahora desperté y no pagaré más condena. No.

Porque he visto hijos protegiendo a sus padres privándoles de su presencia,
Padres negándoles a sus hijos un abrazo,
Familias denunciándose por saltarse la cuarentena,
Vecinos gritándose por no ahogar sus pulmones.
Desconocidos relacionándose como bombas explosivas,
Transeúntes cabizbajos antes las miradas hostiles.
Eres muy grande. Te felicito.

Eres el más potente virus de toda la historia de la humanidad.
No hay nadie que en este planeta haya escapado de tu inmensidad.
Naciste en tiempos remotos con intenciones sabias, ahora ocultas.
Hoy, aprovechando tu era, como una flecha nos atraviesas
A todos aquellos que no habíamos construido una fortaleza de coraje y sapiencia.

Eres tú, cancerbero, encargado de abrirle las puertas a tu fiel sirviente coronado.
Tú no nos contagiarás a todos, porque hay escudos que nos hacen inquebrantables:
La fe, el amor y el desapego de lo que nunca fue, ni será nuestro: nuestro cuerpo.

Mientras algunos vamos recuperándonos de tus golpes certeros,
Otros han caído en tus redes para jamás volver de ese lugar donde mueren los abrazos, la ilusión y los sueños.
Ese lugar que eres tú.
Ese nuevo gran virus llamado miedo.
¿Sabes qué te digo? Que no te tengo.
Que me lleve la muerte si ella dulce quiere verme,
Pero si ha de hacerlo que me pille bailando, abrazando, besando y amando locamente.

¿Sabes qué te digo?
Que si he de morir, que me pille viviendo.

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