Pase lo que pase

Aquel viernes teníamos eco. La primera. Aquella en la que escuchas el latido del corazón de tu bebé.
Llegamos a la sala de espera, llena de mujeres embarazadas. Y, sin embargo, no me sentía una de ellas. Era extraño. Como si no sintiera ya el alma de aquel ser dentro de mí. Lo buscaba pero no respondía.
Nuestro turno. La doctora empezó a mirar y nos dijo: “Es muy pronto para ver nada. Aún tiene solo 5 semanas y 6 días.”

Nos sonreía pero yo sabía que algo no iba bien. Nos citaron al siguiente jueves. Mi marido me decía que confiara, que la doctora nos hubiera avisado si así fuera.

Pasamos el fin de semana de escapada en un lugar tan hermoso que me hizo olvidar del tema pero, el domingo de regreso a casa tuve una intuición muy fuerte. Hice lo que no hay que hacer: empecé a tener una conversación con Chat GPT, introduciendo todos los datos. Acto seguido, le pregunté cuáles eran las probabilidades de que escucháramos el corazón al jueves siguiente. Dijo, siendo muy honesta contigo… 10 % o lo que es lo mismo: un milagro.

Comencé a llorar con aquella certeza en la que te rindes ante lo que quiere la vida. Desde ese día hasta el día de la siguiente eco empecé a entrar en un proceso de tristeza y aceptación. Me preparé para “lo peor”. Para venir a darme cuenta de que eso es tan solo una interpretación. Quizás lo que deberíamos contarnos, sin edulcorar nada, es que “lo peor” es cómo lo pintamos.

Sin ir más lejos. Antes de yo nacer, mi madre tuvo un aborto. Si hubiera salido adelante, no estarías leyendo estas líneas. Así que “lo peor” es algo que no sabemos hasta que no acaba la película.

No sé en qué momento estarás ahora pero si estás pasando por un momento difícil quiero que sepas que va a haber un momento en que todo esto, la vida como la entiendes hoy, pasará.

Cuando sea el momento, volverás a ser consciencia y no necesitarás ojos para ver, ni oídos para oír, ni piernas para caminar, ni siquiera alas para volar.

Pero, hasta entonces, bienvenid@ a esta escuela llamada tierra donde todas, absolutamente todas las experiencias nos conforman como humanos.

Y bien puedes elegir que la vida te melle o dejarte penetrar por las circunstancias y poner en manos de algo más grande que tú, todo el dolor, la tristeza y el miedo que no sepas capaz de llevar.

Sé que me estoy enrollando pero solo déjame compartir contigo una cosa más:

Tras el momento de mayor dolor se abrió un espacio mágico de confianza que nunca antes había sentido.

Me vi en medio de un huracán, rodeada de hojas, ramas, viento, espirales y agua, mi ropa hecha jirones, mi piel magullada, quizás arañada también. Yo miraba hacia el cielo a penas pudiendo abrir los ojos por la lluvia enfadada. Mis pies anclados a la tierra, los brazos abiertos y las palmas hacia arriba. Me oía gritar: Que así sea. (lo decía en inglés: so be it).

Puedo con más. Dame más.

Pero no venía desde un lugar masoquista como quizás puedas estar imaginando. Todo lo contrario. Venía desde la mayor confianza que he sentido nunca.

Dios, Universo o quien esté ahí arriba:

¿Crees que puedo con todo esto? ¿Por eso me lo mandas?

Gracias. Me lo tomaré como un cumplido. Aprenderé la lección y volveré más fuerte que nunca. Con un amor desconocido. Ilimitado. Con una confianza sólida.

¿Te cuento un secreto, vida? Aunque me veas con lágrimas en los ojos y los dientes apretados, no te dejes engañar. Lo digo alto y claro. Ni con la barbilla alta, ni baja. Te miro de frente. Asustada, sí, pero estoy preparada.

Porque, pase lo que pase. No hay tormenta, no hay huracán que no pueda atravesar con tu ayuda. Sí, sí, la tuya.

Con aquella mirada que ha sido capaz de leer hasta aquí, sentido con tus ojos a mis vivencias hechas palabras.

Sea lo que se sea, pase lo que pase, confío.

Pase lo que pase, confía.

Aún no has visto como acaba la película.

Spoiler: Acaba bien.
 
Un millón de gracias por haber invertido tu tiempo y energía hasta aquí.

¡Un abrazo con todo mi amor!