Espero que este post te encuentre lo mejor posible.
A mí me pilla por CDMX donde, como es habitual cuando viajo, me siento absolutamente conectada con la vida, agradecida por todas las bendiciones recibidas y con unas ganas infinitas de sumergirme en las experiencias que la vida me quiera ofrecer.
También centrada en lo que le quiero ofrecer a la vida.
Quizás de eso va la cosa.
De ese equilibrio entre dar, recibir y pedir.
Si chequeas ahora mismo cómo están estas tres áreas de tu vida,
- Dar: Del 1 al 10, ¿cómo te sientes con lo que estás dando? ¿Podrías dar un poco más? ¿Podrías dar mejor? ¿Podrías ofrecerte, entregarte desde un lugar de mayor conexión? ¿De menor condicionalidad? ¿De mayor abundancia?
- Recibir: Del 1 al 10, ¿qué tan bien se te da recibir? Y no me refiero solo a “recibir ayuda”, sino también a recibir cumplidos, gestos amables, información externa, puntos de vista. Es decir, ¿cuán permeable eres a lo que el exterior tiene para ofrecerte?
- Pedir: Del 1 al 10, ¿cómo pides? ¿cuánto pides? De donde yo vengo pedir es un verbo casi prohibido. La norma tácita es la siguiente: Tú no me pides. Yo no te pido. Así no nos molestamos, así no dependemos los unos de los otros. En cambio, donde nací era todo lo contrario. No tenemos miedo a pedir porque estamos en el dar. Existe una dinámica natural en esa entrega, en ese dar, pedir y recibir. No creo que una sea mejor que la otra aunque la segunda va más conmigo. Es la que yo elijo. Dar mucho, recibir mucho, pedir mucho. No se trata tanto de cuánto, sino de cuándo y a quién. Dejé de contabilizar hace años y me hace mucho bien.- ¿Cómo te puntúas en cada una de las áreas?
– ¿Crees que pedir es “malo”?
– ¿Seguirías pensando que pedir es “malo” si te entregaras a los demás con igual o mayor generosidad que con la que pides?
– Y, en el acto de pedir, ¿te has planteado alguna vez que no se trata solo de lo que tú pides, sino también de lo que te pide la vida? De lo que te piden los demás, aunque no lo pronuncien?
Y no me refiero a no atender a tus propias necesidades pero sí a darte cuenta de que muchas veces estamos más atentos a las exigencias que le hacemos a los demás y a la vida que a las exigencias que nos hacemos nosotros mismos hacia los demás.
Por lo tanto, en este post nos invito a todos a pensar en dos o tres personas que no nos hayan verbalizado ninguna petición y a la que podríamos tender una mano. Si te fijas, a veces solo con pensar en esas personas ya se produce algo especial. Una pequeña conexión.
Al final, siempre estará en mano de otro aceptar nuestro ofrecimiento pero al menos, ahora, como adultos, sabremos que esa posibilidad existe.
Me despido por ahora no sin antes preguntarte,
¿cómo puedo hacerte un poquito más feliz hoy?
🙏🏼Gracias por leer hasta aquí🙏🏼
¡Un abrazo y ojalá seas tú todos los días de tu vida!