Quiero recordarte hoy que no estás sol@.
Estoy contigo.
Estés pasando lo que estés pasando tienes aquí una mano amiga.
Hay capítulos de la vida que se atragantan. Un poco como las uvas en fin de año, un poco como el cola cao mal diluido. Un poco como tres polvorones seguidos sin agua a mano.
Hay capítulos en los que solo quieres rendirte y que alguien te arrulle y te diga “todo saldrá bien, ya verás”. Incluso, hay momentos dentro de esos capítulos donde, y no hay nada de qué avergonzarse, te gustaría un abrazo materno. Un alma protectora a tu lado. Alguien que consideras más fuerte o más sabio que tú que te diga, con o sin palabras, que te cubre las espaldas.
Hay momentos en la vida adulta responsable donde te gustaría darle esa responsabilidad que sientes que tienes a otro o a otra. O simplemente, te gustaría que alguien te ayudara a pasar el mal trago, que alguien pudiera llevarse un poquitito de ese dolor.
Respira.
Esa persona existe.
Está justo delante de ti. Escribiendo estas palabras. (es broma, no soy yo)
Está justo delante de ti. En el espejo del futuro.
Esa persona que te cubre las espaldas y que sabe cómo afrontar lo que tengas entre manos es, nada más y nada menos que… TU YO DEL FUTURO.
¿Sabes? Hay algo que me da una tranquilidad inmensa.
Hay un montón de cosas que mi yo del pasado no tenía ni idea de cómo gestionar. Mi yo del pasado se ahogaba en un vaso de agua. Recuerdo, por ejemplo, cuando, por primera vez, un grupo de desarrollo personal que yo misma había creado, se giró contra mí. No entendía nada. Además de estar invirtiendo toda mi energía, tiempo y dinero en que saliera bien estaba apostando mi alma por el proyecto. No podía comprender cómo no estaba saliendo bien. Noches sin dormir. Llanto. Desolada. Impotente. Angustiada. Perdida. Frustrada y abatida.
Ahora, si volviera a pasar, que Dios no lo quiera, pero también he aprendido que todo puede pasar y que si algo tiene que salir mal, lo hará por la puerta grande. Pues, si volviera a pasar, lo afrontaría de una manera muy distinta. No lo haría sobre mí. Cambiaría el foco y me pondría a observar qué ha fallado y cómo se puede solucionar. Ahora sé cosas que mi yo del pasado no sabía.
Hoy soy yo quien es capaz de cubrirle las espaldas a mi yo del pasado en un sinfín de situaciones.
Hoy eres tú quien le puedes cubrir las espaldas a tu yo del pasado.
Piénsalo bien.
¿Cómo resolverías situaciones difíciles de hace 10, 5 o incluso de hace 2 años con lo que sabes ahora?
Estoy segura de que mucho mejor que tu yo del pasado.
Por lo tanto, cuando sientas que no puedes con lo que tienes ahora entre manos, piénsalo bien, porque hay alguien muy cerca de ti, en tu interior, que sí que sabe.
También lo podrías pensar de otra forma.
Hoy “cargo” con este problema, dolor o situación para regalarle cuotas de sabiduría a mi yo del futuro.
Míralo como quieras pero recuerda:
A. No estás sol@
B. Esto también pasará
C. Tu yo del futuro te cubre las espaldas
D. Con esta experiencia le estás regalando cuotas de sabiduría a tu yo del futuro
E. Has venido con la capacidad de superar esto con dignidad, aceptación y amor
Después de leer este post, ¿qué te quieres recordar?
¡Un abrazo y ojalá seas tú todos los días de tu vida!