¿Cómo estás? Espero que fenomenal!
¡Menuda semanita! Estoy muy feliz de compartir contigo una semana de celebración de vida y de amor. Sé que llego tarde. Normalmente me cuelo los domingos así que gracias por recibirme a estas horas o cuando tengas ocasión de leerme.
Como sabes, el pasado martes 10 de junio sellé un contrato de amor y matrimonio con mucha consciencia y felicidad. El sábado 14 fue mi 40 cumpleaños y, además, celebramos nuestro amor con los seres queridos de este lado del charco. Ya planeando la celebración del otro lado del charco 😊
Pero no te escribo por este motivo. Esto es solo para ponerte en contexto.
Si me has leído recientemente, sabes que antes de estas semanas pasé por un periodo de duelo, confrontación con mi propia oscuridad y trascendencia de mi propia identidad. O así lo sentí y así te lo cuento.
Tengo la sensación de haber estado remando años, quizás toda mi vida consciente, con gran esfuerzo, invirtiendo muchísima energía y tiempo en mi trabajo y en que las cosas salieran bien.
Y, aunque he tenido una vida increíble, también he pasado por grandes baches de la vida. Ahora, siento como si pudiera descansar por un momento y disfrutar por un tiempo indefinido de la cosecha sembrada durante años.
Y simplemente quería pasarme por aquí para pedirte algo.
Algo que es fácil pedirte ahora.
Estés pasando por el momento en el que estés, confía.
Porque ahora mismo siento que tras unos cuantos revolcones bajo el mar, estoy en la cresta de la ola. Pero tú y yo sabemos que esto no durará siempre, aunque pueda ocurrir toda la vida.
¿Qué quiero decir con esto?
Que todo pasa. Y sí. Esto también pasará.
Pero lo bonito y lo extraordinario no es vivir una vida extraordinaria.
Es hacerla extraordinaria.
¿Cómo?
Con agradecimiento, confianza y certeza de que todo forma parte del mismo océano.
Y que a todos nos toca un poquito de cada si lo sabemos ver.
Y ese es el milagro.
El milagro no es estar en la ola.
Es darse cuenta de que o bien has estado, o bien estás o bien estarás. Y que, todo lo que no sea estar ahí arriba sucede de forma perfecta, aunque no siempre agradable, para que puedas volver a subir.
Solo si cumples con una condición.
Que te rindas.
No que tires la toalla.
Sino que te rindas ante la grandeza y al milagro de la vida.
Si te enamoras de la vida, la vida se enamorará de ti.
Pero no me refiero a cuando las cosas van bien.
Me refiero a enamorarte de la vida con todas sus aristas. Sabiendo que no todas las caras van a gustarte y que, sin embargo, todas ellas son necesarias para que puedas mirarte, descubrirte, conocerte y crecer.
Estés en el momento en el que estés, te invito a reconocer que lo que estás viviendo, sea lo que sea, forma parte de tu vida y que forma y conforma tu vida.
Lo que tú haces con ello, eso es lo que depende de ti.
Ese es el regalo que nos das.
¿Te endurecerás? ¿te esconderás? ¿O decidirás mantener tu corazón abierto, confiado y valiente?
PD: He cumplido 40 años pero me siento más joven que nunca porque he elegido. He elegido que a pesar de todo el dolor de mi corazón cada día es un regalo que vale la alegría vivir y me encantaría que pudieras experimentar lo mismo. Estás a tan solo un pensamiento de distancia de conseguirlo.
🌟 ¡Gracias por compartir tu tiempo y energía conmigo! 🌟
✨ Más Kindfulness, por favor. ✨
🌊 Porque no todos vamos en el mismo barco,
pero todos compartimos el mismo mar. 🌊
💚¡Un abrazo de corazón a corazón 💚 y …
¡Ojalá seas tú todos los días de tu vida!
Con todo mi amor,