¿Volverías a repetir tu vida?
Al lado del teclado del ordenador tengo un post – it. Dice así:
“Lo que tienes es lo que has pedido.
¿Qué has pedido?”
Quizás te suena un poco fuerte, como a mí cada vez que abro la tapa del ordenador y me encuentro esta nota.
Quizás estás pensando que muchas de las cosas o situaciones de tu vida no las has pedido, especialmente aquellas que te traen mayor reto o dificultad.
Puede que no sea exactamente así.
Es posible que lo que tengas no sea lo que has pedido.
En mi caso, te engañaría si te dijera que tengo lo que he pedido.
En la mayoría de los casos tengo mucho más. Y cuanto más lo pienso, más lo percibo. Cuanto más lo percibo, más lo siento y, cuanto más lo siento, más tengo.
También sucede a la inversa.
Cuando algo no me va como esperaba (o, mejor dicho, me sale como el …) más percibo todo lo que no va como quiero. Entonces me siento mal y más percibo lo que no tengo, ¿te suena?
Este post-it, tan solo me ayuda a recordar lo importante que es saber pedir porque, desde luego que, lo que pides, si te concentras el tiempo suficiente, lo recibes.
Pero, ¿te han enseñado a pedir? O mejor dicho, ¿lo has aprendido?
¿Has aprendido a pedir?
Algo que te indicará que has aprendido a pedir es que tu realidad es igual o mejor que la que esperabas, dejándote en un estado de contento y felicidad y, a la vez, con ganas de más en este gran bufete de opciones de la vida.
¿Qué diferencia a una persona que sabe pedir de una que no?
Si sabes pedir…
1. Tienes una imagen más o menos clara de lo que quieres conseguir. Puede que hasta lo tengas por escrito y a mano (te lo recomiendo).
2. No te da vergüenza pedir porque eres consciente de lo que das, que es mucho.
3. Ofreces de manera generosa y abundante. También de manera incondicional.
4. Recibes con agradecimiento y apertura.
5. Te contentas con lo que tienes en tu vida aunque puedas preferir estar en otro lugar, relación o situación.
6. Tienes Fe y paciencia. Sabes que todo llegará cuando estés preparado.
7. Las personas que te dan están contentas de hacerlo. Les sale de manera natural. A “la vida” también le pasa. Es como si te dijera: “pasa, la vida es para ti”. ⭐
Si no sabes pedir…
1. Culpas al mundo, a tus padres o a tu pasado de no tener lo que quieres. Te centras en las cosas que no dependen de ti.
2. No te responsabilizas de tus objetivos o puede que ni siquiera los tengas identificados. No sabes qué pedir.
3. No aceptas ayuda y cuando la pides lo haces desde la exigencia.
4. Sientes un enfado o irritabilidad latente. Como una especie de tensión interna.
5. No te sientes agradecido con lo que tienes. Eso te hace no valorar muchas de las cosas buenas que te suceden. Te vuelves ciego a las posibilidades.
6. No das desde la abundancia sino para contraer un “contrato” invisible de reciprocidad.
7. Tienes una mentalidad de escasez. Tienes miedo de dar. También de recibir por si luego te puedan pedir lo recibido.
8. Sientes que la vida te debe algo. No sientes un equilibrio, ni interno, ni externo.
➡️Recuerda: Dar y recibir están entrelazados.
Pedir forma parte de ambas.
En el acto de pedir estás ofreciendo la posibilidad de dar, con lo cuál se activa, en ese mismo segundo su posibilidad de recibir (si es que no están ya recibiendo por el acto de dar ☺️).
La pregunta ahora es…
Y tú, ¿qué has pedido?
¿Qué pedirías diferente de ahora en adelante si supieras que vas a repetir tu vida?
Recuerdo solo una cosa del libro de Albert Camus “El Extranjero”.
No sé en qué momento del libro de alguna manera se sugería que qué pasaría si no hubiera reencarnación o Dios o ninguna vida, más que la tuya, repetida.
Imagínate por un momento que lo que único que sucede después de esta vida es que repites ésta. Imagínate que en esta vida tienes la oportunidad de elegir todo lo que repetirás en la siguiente.
Si ésta fuera una posibilidad, ¿qué estarías haciendo diferente de lo que estás haciendo hoy?
¿Estarías dando, pidiendo y recibiendo como lo estás haciendo ahora?
¿O cambiarías algo?
¿Y para qué esperar a otra?
¿Para qué no en ésta?
Una vida que valga la pena recordar.
Una vida que valga la pena repetir.
Una vida que valga la pena.
Una vida que valga.
Una vida.
Solo una.
Una.
¿Qué cambiarías de tu vida hoy si supieras que vas a volver a este momento?
¡Un abrazo y ojalá seas tú todos los días de tu vida!