¿Tú quieres?
¿Has oído hablar de Ubuntu?
Y no me refiero al programa informático…
Por si acaso no has oído hablar de este concepto, se trata de una palabra de origen sudafricano, que encuentra su etimología en BANTU (persona). Ubuntu se traduce literalmente como “una persona es una persona a través de otras personas”. En su versión adaptada Ubuntu es “yo soy porque nosotros somos”.
I am because we are.
Este concepto o filosofía que no se instala en ninguna religión, aunque podría integrarse en cualquiera, trata de recordarnos que nadie sería capaz de haber sobrevivido si no fuera por otros seres humanos.
Me encantaría, si me permites, compartirte algunos de sus principios básicos, resumidos y sintetizados del libro “Everyday Ubuntu” de Mungui Numane, la nieta del arzobispo sudafricano Desmond Tutu, gran precursor de esta filosofía.
De hecho, Desmond Tutu en algunas de sus entrevistas define Ubuntu como “la esencia de ser humano”. Dice algo así como que no podrías desarrollarte plenamente si no pudieras compartir con otros seres humanos.
Dicho de otro modo, cuando no tienes un objeto donde dirigir tus talentos, tu amor, tu generosidad, etc, ¿qué haces con todo ello? ¿Para qué dar frutos si nadie los va a comer?
Ubuntu apunta a la interdependencia e interconectividad, no como una disolución del individuo, sino más bien como una cura del individualismo y la soledad.
Ahí van algunos de sus principios:
1. Sawubona. ¿Alguna vez te habías planteado la importancia del saludo? Hasta estudiar Ubuntu, jamás pensé que fuera algo demasiado importante pero realmente sí lo es. Los seres humanos solo somos conscientes de nosotros mismos porque hay otros humanos que nos sirven de referencia, así como las líneas de la carretera te ayudan a permanecer en la calzada. Por ello, saludar encarnando Ubuntu, significa que cuando saludas, en el fondo estás diciendo: “Te veo, te reconozco, eres importante”. Este principio es muy fácil de aplicar, tan solo has de pensar en estas palabras mientras dices “hola”, “buenos días” o “que tengas un buen día”. Cuéntame qué tal te ha ido con esto…
2. Ponte en los zapatos de los demás. Aquí se trata de ir un pasito más allá. Se trata de atreverte a escuchar al otro, pero de verdad. ¿Sabías cuál es el acto más terrorífico para tu cerebro reptiliano? Escuchar. ¿Y sabes por qué? Porque si escuchas de verdad puedes acabar dándote cuenta de que el otro tenía razón. ¿Y eso qué significa? Que tú estabas equivocado. Y eso no es realmente así, significa que tú solo estabas considerando parte de verdad y te das cuenta de que hay más verdad que la tuya propia. Atrévete a escuchar de verdad para darte cuenta de que es mucho más valioso ampliar tu perspectiva que tener la razón.
3. Se consciente de la interdependencia. Todo está conectado. Todos estamos interconectados. Y no. No es una frase hippie. Es que realmente todo está conectado. ¿Conoces la teoría de los 6 grados? Según parece, cualquier persona del mundo puede estar conectada con cualquier otra persona del mundo a través de cinco personas. Con lo cual esto nos coloca en una situación de responsabilidad individual con nosotros mismos y los demás muy interesante. Si todo está interconectado, cualquier cosa que hagas afectará a todo el sistema. Lo cuál nos lleva al siguiente punto…
4. Las cosas pequeñas importan. Si crees que las cosas pequeñas no importan… es que jamás has pasado una noche con un mosquito xD. Cada cosa que haces importa, por muy pequeña que sea. Imagina cada cosa que dices o haces, como una gota que cae en el centro de un lago de agua calmada. Por ello, date cuenta de qué onda expansiva deseas provocar, tanto en tu cuerpo, en tu vida, como en la de los demás.
5. Ten dignidad por ti y por los demás. ¿Te acuerdas del momento más inútil de tu vida? ¿De ese para el cuál aparentemente no servías para absolutamente nada? En esa etapa de tu vida, cuando menos podías reciprocar, es cuando te lo daban todo y, gracias a ello, aquí estás hoy, pudiendo leer estas líneas. Tener dignidad por ti no se refiere solo a que te cuides y te quieras como eres, sino que entregues al mundo lo mejor de ti. Así como un roble crece hasta su máximo antes de morir, así tú querrías desarrollarte en todo tu potencial, sin miedo, sin duda y sin vergüenza. Cuando esto sucede, te será mucho más fácil ver lo bueno en los demás. Y en un mundo donde los demás son tu referencia y tu espejo, este movimiento se convierte en un proceso de retroalimentación sin fin. Si veo lo bueno en mi, tenderé a ver lo bueno en ti. Y, por el contrario, todo aquel que se decide a ver lo bueno en los demás, está destinado a verlo en sí mismo.
Deseo que esta filosofía, un día se convierta en un movimiento y que tras un tiempo, se integre como parte esencial de lo que significa ser humano.
¿Tú quieres?
¡Yo quiero!
Gracias por leer hasta aquí y de aquí en adelante, te deseo mucho Ubuntu.
¡Un abrazo y ojalá seas tú todos los días de tu vida!