Estadísticas realmente inquietantes

Tengo que confesarte que me quedé helada después de subir la encuesta en Instagram esta semana.
La pregunta era:
¿Por qué no te vas de donde estás?
Las respuestas posibles eran:
A. Porque me da miedo irme
B. Porque estoy cómod@ como estoy
C. Porque estoy feliz donde estoy
D. Porque no sé a dónde ir
Antes de seguir leyendo, te animo a adivinar los porcentajes de las respuestas.
¿Lo tienes?
Ahí van las respuestas:
Un tímido 10 % admitió que no se iba de donde estaba porque le daba miedo irse.
Le seguía un 21 % que refería que permanecía donde estaba porque estaba “cómod@”.
Casi un 70 % respondió que no se iba porque no sabe a dónde ir. Eso significa que, si me estás leyendo, tienes un 70 % de probabilidades de estar donde estás porque no tienes claro a dónde ir o los siguientes pasos a seguir.
Pero agárrate porque vienen curvas… UN CERO POR CIENTO de los lectores contestó que se quedaba donde estaba porque era feliz.
¿En qué grupo te encuentras tú?
Hoy lo hablaba con una buena amiga. Hay quien descubre la felicidad echando raíces, hay quien necesita romper y moverse para descubrir esa felicidad, hay quien sabe combinar ambas y hay quien no necesita buscarse para ser feliz porque, simplemente, se ha encontrado. ¡Bendit@ seas!
No sé a qué grupo perteneces, pero si eres de l@s que aprenden rompiendo, no estás sol@. Si eres de los que oye una voz, que a veces te grita que hagas cosas que no tienen ningún sentido ni para la razón, ni para tu familia, tranquil@, no te pasa nada raro. No estás perdid@. Estás aquí. Así que detente. Respira. Estás aquí. Con que sepas esto es suficiente a veces para poder seguir.
¿Sabes? Cada uno tiene su camino y gran parte del discomfort recae en la comparación:
Debería estar teniendo niños.
Debería ya tener una casa.
Debería ya estar echando raíces.
Debería haberme trabajado esto.
Debería ya haber ascendido.
Debería estar cobrando más.
Debería ya haber llegado a tal o cual objetivo.
Debería haber adelgazado.
Debería haber vendido.
Solo quiero, con este mail, recordarnos que no “deberíamos” nada.
Y que al final, aunque suene un poco abrupto, todos acabaremos en la caja.
Y nos queda un tiempo precioso en la cuenta corriente de la vida como para malgastarlo en situaciones, relaciones, lugares, trabajos o momentos en los cuales no queremos echar raíces.
Porque una cosa son las dificultades, obstáculos y esfuerzos en la vida y otra cosa es ir a contracorriente de tu alma.
Y esto es algo que, ni tú, ni yo, queremos, ¿verdad que no?
Así que…
Déjate un poquito en paz en aquello en lo que te estés “machacando” y se menos complaciente e indulgente con aquello que te está haciendo distraerte de tu camino.
Por mucho que creas que no sabes a dónde ir, sí lo sabes. Cuanto mayor es la duda, mayor es la certeza. Pero es una certeza que va acompañada de un gran miedo. Un miedo que requiere de un salto de Fe sin garantía de éxito.
Lee estas palabras detenidamente:
Mi yo del futuro sabe más que yo.
Mi yo del futuro me cubre las espaldas.
Mi yo del futuro me espera con las alas abiertas.
¡Un abrazo y ojalá seas tú todos los días de tu vida!