El vacío del éxito

Hoy te comparto una reflexión acerca del vacío que se siente cuando culmina un proyecto, meta, objetivo o incluso relación.
No sé cómo será para ti, en mi caso, cuando llevo un tiempo considerable volcando mi energía en un objeto se produce una cierta tensión entre el objeto de mi atención y yo. Llegado el momento donde yo (sujeto) alcanzo el tiempo y espacio donde se halla el objeto de mi deseo, tras una muy breve sensación de alegría, aparece – casi inmediatamente- una terrible desazón.
Te diría que, incluso, hay momentos donde preferiría no culminar, para así mantener esa tensión entre el objeto de mi “tensión” y yo. Esa tensión funciona como la zanahoria con los caballos. It keeps me walking. Me mantiene motivada, enfocada y en marcha.
¿Pero por qué deviene ese vacío si era lo que yo quería?
Siento por una parte, como anteriormente mencionaba, que lo que se produce es un fenómeno físico de “des-tensión” y que esa “des-tensión” hace que nuestro sistema simpático (el encargado de luchar o huir) se relaje, dando paso al sistema parasimpático (el encargado de dilatar, relajar y desacelerar). En lugar de segregar sustancias químicas que nos ponen en un estado adrenalínico, se dan paso a otras sustancias más vinculadas con la paz.
A veces la paz está infravalorada.
¿Es posible que se sienta, quizás, más débil que el entusiasmo o la pasión?
¿Te suena?
Otra de mis hipótesis relacionadas con las causas de este vacío es que las metas nos estiran como muelles. Imagínate que te has propuesto hablar en público, hacer una gran venta, correr una maratón o presentarte a unas oposiciones.
Durante el tiempo que estás “conquistando” tu meta, toda tu neurología se ve transformada para poder alcanzar tu cometido. Comienzas a aprender, a adquirir nuevas habilidades, a ganar autoestima cada día que refuerzas e integras conocimientos y experiencias, cada día que te sientes con mayor expertise. Toda o casi toda tu energía está enfocada en tu objeto de deseo / tu decisión. Y, para poder avanzar, inevitablemente, tú te tienes que desarrollar de una manera distinta, te tienes que descubrir desde nuevos ángulos, hasta ahora desconocidos por falta de necesidad. De alguna manera, estás estirando tu muelle de capacidades y habilidades de una forma en la que habitualmente, sin un objetivo específico, no harías.
Y, entonces, ¿qué ocurre? Que ahora que ya has tocado el hito, el muelle vuelve hacia atrás. Es cierto, no volverá al lugar desde el que partió pero sí se da una sensación de resaca. Como las olas del mar, cuando alcanzan su punto más lejano en la arena, la resaca es mucho mayor. Cuanto mayor sea el objetivo, mayor es la resaca tras conseguirlo.
Tercera hipótesis: El objeto es un sujeto.
A lo mejor pensamos que solo nosotros miramos a nuestros objetos de deseo. Quizás ellos también nos miran a nosotros. Todo son relaciones. En la medida en la que tenemos cuerpo, todo es relacional. Es por ello que quizás, tras sentir que alcanzamos nuestro objetivo, puede que, energéticamente, sintamos que “algo” o “alguien” haya retirado su mirada, su foco, su atención de nosotros. Y eso, después de un tiempo donde esa mirada ha alimentado nuestro ser y nos ha hecho conscientes de nuestro valor y nuestra existencia, puede sentirse, casi como un abandono. De alguna manera “lo otro” o “el otro” me hace saber que existo. Funciona como referencia, como las líneas de la carretera. Al desaparecer “lo otro” o “el otro” las líneas de la carretera se desdibujan y voy solo. Hay un duelo de la referencia, de quien era con “eso”. Ahora sigo siendo pero sin “eso”.
Recuerdo pensar hace años que “la paz” estaba sobrevalorada y que, lo que me hacía tremendamente feliz era mantenerme en estado de adrenalina pura, tanto en lo personal, como en lo profesional.
Sigo pensando que ciertas dosis de “pico” del sistema nervioso simpático ayudan y facilitan a crear, a sacarnos de nuestros límites, a pensar de manera lateral, a arriesgar. Sin embargo, me he dado cuenta con los años que lo importante es sentir ese “lleno” desde el “ser” y no solo desde el “hacer”.
Algunos síntomas de que estás identificándote más con el hacer que con el ser:
– No paras
– Consultas el móvil constantemente, aún cuando no tengas un mensaje que enviar o esperes ninguno
– Te paseas por las RRSS más de lo que sientes que deberías
– Sientes incomodidad al parar
– Te parece que la gente que para es mediocre
– Te sientes mejor si haces algo
– Te da miedo parar
Porque si paras… ¿quién eres? ¿quién eres si no haces? Completa la frase para ti…
¿Y tú? ¿En qué punto estás?
- ¿eres más de paz o de pasión?
- ¿te cuesta o te gusta parar?
- ¿qué tal te llevas con el vacío?
- ¿tras un subidón cómo gestionas el estado que lo sigue?
Gracias por leer hasta aquí…
Gracias por existir…
Gracias por haber sido hoy… objeto de mi deseo, ahora convertido en sujeto.
🙏🏼 Gracias por dedicarme tu valiosísimo tiempo y energía🙏🏼
¡Un abrazo y ojalá seas tú todos los días de tu vida!