Déjalo volar, si es para ti volverá
Cuando decides o cuando la vida decide por ti que algo se acaba, duele. Es un duelo y hay que pasarlo. Solo así se puede abrazar completamente la siguiente etapa. De negar la tristeza de lo que ya no es, podrías acabar arrastrando asuntos sin resolver (que ya lo hacemos) hacia el siguiente lugar, trabajo, relación o proyecto.
Que curiosas las etapas de las decisiones difíciles… ¿En cuál estás tú ahora?
No sé si estarás de acuerdo conmigo en la distinción de las siguientes etapas que aparecen ante situaciones difíciles:
1. Incomodidad: Un runrún te empieza a decir que algo no está bien pero no te lo dice claramente, tan solo es un pequeño murmullo, casi a lo lejos. Se trata de una pequeña incomodidad que se aposenta en la boca del estómago, a veces un poco más abajo, a veces un poco más arriba. Es tolerable y fácilmente puede colocarse debajo de la alfombra.
2. Duda: Ahora que tu intuición / emoción ha enviado la señal al cerebro de que algo no anda bien, la mente quiere entender, quiere ponerle palabras, frases, pensamientos. La mente se empieza a cuestionar todo tipo de cosas. ¿será que sí? ¿será que no? Frases como “estoy rar@”, “no sé qué me pasa”, comienzan a aparecer. Todavía no hay claridad pero algo se está cociendo en el interior. En esta etapa no es tan fácil esconder debajo de la alfombra. Pero se intenta. Fíjate bien en la siguiente etapa.
3. Autoconvencimiento: Ahora, de momento, no me va muy bien haceros caso, ni a ti intuición, ni a ti, dudas. Las dos me estáis haciendo sentir incómod@, cuando yo antes de que aparecierais estaba perfectamente. En esta etapa, nuestra mente reptiliana, la mente que ya había tomado una decisión, no quiere que se la cambies. Por lo tanto, hará lo posible por convencerte, mentalmente, de que sigas en la decisión que habías tomado. Puede llegar a ser tan convincente que, hasta por un momento o incluso días, es posible que hasta sientas lo contrario a la incomodidad y “te des cuenta” de que estás “perfectamente”. Te justificas y te lo crees. Por ejemplo, tu intuición te puede decir que el destino para irte de viaje es A, pero te aparece un runrún, dudas y realmente no sabes si ese el destino. Como ya tienes los billetes, el curso comprado y todo lo demás que ello implica, decides ir igualmente, sería una locura anular ahora, ¿no?
4. Las señales crecen: Como no te has querido enterar con un respetuoso mensaje suave de incomodidad, tu cuerpo (y vete tú a saber quién más) comienza a darte señales cada vez más fuertes de incomodidad, llegando incluso a manifestarse en insomnio, ansiedad, tristeza generalizada, dispersión, irritabilidad, sensación ya generalizada de duda, etc. Incluso, en esta etapa puedes empezar a dudar de ti. ¿Pero cómo no vas a hacerlo? Si no le haces caso a tu voz interior… Si no confías en tu criterio más profundo…
5. Claridad: Empiezas a darte cuenta con mayor claridad de la decisión que has de tomar. Ya no hay vuelta atrás. Sabes que algún día la tomarás. Todavía no sabes cuándo, ni cómo pero ya sabes que seguir donde estás te está drenando la energía, ¿sabes a lo que me refiero, verdad?
6. Vacilación: Sería como la etapa de Paquito el Chocolatero, un pasito para delante y dos pasitos para detrás. Se acerca la fecha que te has propuesta, tomas fuerzas, vas a por ello y… tu mente te dice… Mmmm mejor cuando… cuando pase este cumpleaños, cuando pase la Navidad, cuando sea verano, cuando haga calor, cuando haga frío…, Cuando, en realidad, lo que deberías decirte es “cuando tenga agallas”… You know what I mean.
7. Frustración: A cada fecha que te “saltas”, comienza a crecer la frustración, el autoengaño, la irritabilidad, las ganas de escapar de tu realidad. Ya sabes a qué me refiero: trabajo, comida, alcohol, drogas y otras distracciones que te mantengan alejad@ de sentir que donde estás ahora no es donde te pide tu alma estar. En esta etapa te puedes llegar a sentir desconectado de ti mismo y de los demás.
8. Decisión: Si has logrado A) incomodarte lo suficiente como para coger fuerzas; B) explotar o C) ambas, llega el momento, a veces de la manera más inesperada donde tomas la decisión que hacía tanto tiempo llevabas arrastrando. Repito: Si no te incomoda lo suficiente, raro será que des el paso.
9. Victoria y gloria: A pesar de la tristeza, sientes una especie de victoria interna. De un triunfo de tu alma sobre tu mente, de una batalla ganada a tu reptiliano que sabe a gloria.
10. Duelo: Pasado ese momento de “subidón” interno comienzan a emerger todas aquellas emociones negadas hasta el momento, a menos de que llevaras tanto tiempo así que, de alguna manera, ya hubieras pasado el duelo, ¿te suena esto? Es lo que me he conocido como etapa de “digestión”. Imagino que para cada persona será diferente.
11. Aceptación: Pasadas unas semanas, parece que la intensidad emocional se reduce y, a ratos, eres capaz de sentir cierta paz y armonía con tu decisión. Repito, a ratos. Poco a poco, estos “ratos” empiezan a ganarle terreno a la tristeza y, poco a poco, te empiezas a sentir florecer. Comienzas a darle la bienvenida a tu nuev@ tú. Ese tú que nunca antes fuiste porque nunca antes habías estado en este momento con la experiencia previa que acabas de tener.
12. Agradecimiento y honor: Y, ojalá, así sea para todos (aunque sé que no siempre es posible), que nos tomemos un tiempo y un espacio para agradecer todo lo vivido, todo lo logrado y honremos aquel lugar, trabajo, relación o proyecto que, por ahora o para siempre, ha concluido.
Algunas preguntas que invito a hacerte:
- ¿Qué opinas sobre esto?
- ¿Cómo ha sido para ti la trayectoria de una decisión difícil?
- ¿Volverías a pasar por dónde has pasado para saber lo que sabes?
Y, por último, me encantaría compartir contigo que NO, no podrías haberlo hecho antes. A toro pasado es muy fácil decirlo pero si no lo hiciste antes es porque no podías. Si hubieras podido, lo hubieras hecho. Recuerda que todo tiempo es perfecto.
También, me gustaría, desde aquí mandarte muchísimo amor de parte de alguien que comienza a darse cuenta que no hay ninguna buena razón en el mundo para cerrar tu corazón. De parte de alguien que apenas empieza a entender lo que significa amar y, por ello, anhela conocerlo cada día más y mejor, a través de ti, a través de mí, a través de nosotros, a través de todo lo que nos pueda conectar.
Gracias, decisiones difíciles, por haberme traído hasta aquí, hoy, contigo. Y, a ti, gracias por leerme y estar al otro lado compartiendo tu energía conmigo.
¡Un abrazo y ojalá seas tú todos los días de tu vida!