Cómo gestionar conflictos y salir airoso
¿Te acuerdas de la última vez que tuviste un conflicto, choque, roce o desajuste con alguien?
Puedo decirte con casi total seguridad que ha sido el año en el que he aprendido a afrontar el conflicto con mayor asertividad, confianza y aplomo. No ha sido un viaje fácil.
En este viaje he tenido que aprender muchas cosas que aquí te comparto por si pudieran ser de utilidad para ti…
¿Por qué entramos en conflicto?
1. No tenemos dos mapas mentales iguales: Por lo tanto, si tú no ves las cosas como yo, voy a intentar que las veas a mi manera. De lo contrario, ver las cosas como tú, significaría que yo no tengo razón, que estoy equivocada. Por supuesto, es algo que a nadie le parece plato de buen gusto. Me incomoda que no te parezcas a mi… y punto.
2. El conflicto crea una tensión que antes no había: A veces, el conflicto puede incluso provocarse como un fuego para avivar una relación. Es mi recurso para mantener una cuerda tensa entre tú y yo. Si no captamos este mecanismo a tiempo se puede convertir en una dinámica francamente tóxica, que hay que parar. La búsqueda constante y voluntaria del conflicto persigue un objetivo mayor soterrado que es necesario descubrir y resolver. Es como si el conflicto representara todo aquello no dicho, no expresado por otra vía. El conflicto cotidiano sobre “tonterías” es un intento desesperado y deformado de ocultar la gran verdad que se esconde tras él.
¿Por qué evitamos el conflicto (especialmente con los más cercanos)?
La evitación del conflicto obtiene su raíz en…
A) El miedo profundo a ser rechazado cuando expresamos nuestra verdad. Esto es: tenemos miedo a que no nos quieran o a no ser suficientes cuando somos nosotros en esencia, en verdad, completos, con nuestro enfado, con nuestra cara menos agradable.
B) El miedo a hacer daño a alguien que queremos y nos importa.
No podemos evitar el conflicto…
…pero si podemos cambiar la manera de abordarlo.
Las preguntas aquí serían:
– ¿Cuán dispuest@ estás a reparar, a arreglar?
– Es más, ¿podemos acordar algo? ¿Podemos acordar que no estamos de acuerdo y seguir amándonos?
– ¿Es posible que deje de desear que pienses como yo?
– Si yo no cambiaría mi parecer por ti, ¿es justo que te pida que lo hagas tú?
Al final, todos tenemos razón, tan solo en parte.
Entonces… ¿Cómo podemos resolver un conflicto? 4 pasos
1. Ponte en sus zapatos
Será de gran beneficio para la relación contar con alguna persona de nuestro entorno que nos regale su posición de “abogado del diablo”. En mi caso, es mi padre. Hace años me ponía a la defensiva cuando le contaba algún conflicto con alguien e, inmediatamente, me formulaba preguntas que me hacían ponerme en los zapatos del otro. Yo le inquiría que estuviera de mi lado. Solo con los años he aprendido que no podía estar más de mi lado que de esa forma.
Cuando entiendes la posición del otro es mucho más fácil encontrar el camino de reencuentro. Comprendes que lo único que temes perder es una posición, una razón. ¿Qué prefieres? ¿Perder un argumento o perder la conexión con alguien que quieres y que te importa?
Quizás la puerta grande hacia la resolución de conflictos se encuentra en una mirada de encuentro en lugar de una que nos separa.
Si no cuentas a alguien con quien compartir tu conflicto, lo ideal es que te pongas en su piel totalmente, sin miedo, experimentando todas las sensaciones y posibles pensamientos desde su lugar. Esto te acercará a la persona y, desde ahí, te aseguro que será más fácil encontrar un camino de unión.
2. Ponte en valor
También, en este viaje he pasado y parado en la estación de ponerme en valor. Pero no desde la arrogancia, la soberbia o desde una posición altiva, sino desde una posición de amor a mí misma.
Muchas veces, en aras de evitar el conflicto he “sobreempatizado”, dejando de poner los límites adecuados y poniendo totalmente a un lado mis emociones y pensamientos al respecto.
¡OJO! Si te resuena esto, no se trata de que no expreses lo que sientes o de que no te tengas en cuenta y que solo tengas en cuenta el punto de vista del otro. No. La pregunta aquí es: ¿si me pongo en valor en esta situación y me trato con amor y respeto, cómo la vería, cómo respondería?
Repara cuanto antes
Uno de los elementos fundamentales en la reparación es el tiempo en que éste se resuelve. Cuanto antes se resuelva, tanto mejor.
¿Por qué? Porque cuanto más tiempo tengas de ir a tu propio mapa mental y pasar la historia por los circuitos neurológicos que te convengan, más “fijado” quedará en tu cerebro tu deseo de tener la razón. Tras este proceso, será más complejo que obtengas una mirada apreciativa hacia el otro. Te hallarás experimentando el fenómeno de separatividad exponencial, un fenómeno necesario para poder despreciar, negar o rechazar los argumentos del otro.
Si te entiendo, comprendo y, a la vez me respeto, entro en el fenómeno de “unidad” y, desde ahí es más difícil perpetuar el conflicto. Solo provocado esta separación hacia ti el tiempo suficiente y con la intensidad adecuada es posible mantener y avivar el conflicto.
4. Ten la voluntad de arreglar las cosas
Una cosa que he aprendido estas semanas es que si la persona con la que tienes el conflicto te importa y la relación es fuerte, aguantará cuantos conflictos vengan. Eso sí, si hay voluntad de arreglar las cosas. Si ambas partes tenemos la voluntad de arreglar las cosas, el resultado será mejor que la situación con la que partíamos antes del conflicto.
5. El regalo de la reparación
A cada conflicto resuelto, se deviene una expansión en el círculo de confianza entre ambas personas. Cuando más conflictos resolvemos juntos, más seguro es para nosotros ser nosotros mismos en toda nuestra expresión. Si entendemos que seguimos siendo amados y respetados después del conflicto, sentiremos cada vez más valentía para poder afrontar los siguientes. Es más, contaremos con nuevos aprendizajes y recursos que nos ayudarán a resolver los siguientes de una manera mucho más habilidosa.
Que nos amen después de un conflicto puede resolver paradigmas de la infancia y la adolescencia. Atrévete a afrontar los conflictos de manera distinta y puede que el amor por ti y por los demás pase de pantalla.
Y… wow… ¡cuánto vale la pena!
En resumen:
– Nadie quiere el conflicto a menos de que quiera expresar algo que no está siendo expresado.
– Cuando quieres mucho a alguien evitas el conflicto por miedo a perderlo o ser rechazado.
– Cuanto antes soluciones el conflicto mejor.
– Si no puedes solucionarlo pronto, no se lo cuentes a alguien que te dé la razón, sino que te haga de “abogado del diablo”.
– Si ambas partes tienen el deseo ferviente de arreglar las cosas y el conflicto se constituirá como un trampolín a un siguiente nivel de relación.
¿Cómo gestionas tú los conflictos?
¡Un abrazo y ojalá seas tú todos los días de tu vida!