Mi tristeza es su alegría

Me cuelo por aquí para compartirte una experiencia que he tenido recientemente en la cual he quedado en shock porque no me dejaron compartir una buena noticia porque la persona que lo iba a recibir se sentiría triste.

Asimismo, cuando esa noticia cambió, la persona a la que no le querían compartir la buena noticia, se puso contenta.

La alegría en la tristeza.

La tristeza en la alegría.

¿Y qué querrá decir esto? ¿Alguna vez te has encontrado en una situación similar?

No era la primera vez que lo sentía pero quizás sí la primera en la que me di tanta cuenta. Y, si bien es cierto que me removió, creo que ahora cuento con alguna herramienta más que hace años para poder gestionarlo.

¿Cómo gestionar las reacciones ajenas dejándonos moldear por ellas y, sin embargo, manteniendo nuestra esencia?

Constantemente nos encontramos en la vida rozándonos con otras personas y cada “roce” nos hace perder el eje. Y no creo que eso sea necesariamente malo porque eso mismo hace que conozcamos con mayor profundidad cuál es nuestro eje. ¿Por qué? Porque si te pierdes mil veces en el mismo sitio y vuelves a casa otras mil ya no estás tan perdido, ¿me explico?

Creo que la clave no está en no dejarnos modificar por el entorno y en resistirnos a lo que trae el otro, sino en ser permeables, dejar que el otro también pase por nuestras vidas, dejarnos mecer por las distintas perspectivas para luego volver a la nuestra, quizás más ricos, quizás más expandidos, quizás más completos.

Compartí la situación que te comenté antes con mi padre y me dijo: solo con bondad. Es la única forma de mirar el asunto. Solo con bondad.

He aprendido que para aplicar la bondad no hay que ser débil, hay que ser muy fuerte. Fuerte por dentro. Firme y amable por fuera.

Gracias por leer hasta aquí y, si te apetece compartir, ya sabes que aquí estoy.

Aquí nos encontramos.

🌟 ¡Gracias por compartir tu tiempo y energía conmigo! 🌟