Atrévete a ser tú
En el anterior post te hablaba de los “medios” de nuestros procesos vitales. Pocas veces de los principios, no vaya a ser que fallen (en relaciones, proyectos, embarazos, …) y algunas de los finales, especialmente en el caso de que fallezca alguien especial para nosotros.
Exceptuando muertes reales, no solemos hablar del final cuando, en realidad, un final es una muerte. Quizás no es una muerte literal (jubilaciones, despidos, rupturas relacionales, mudanzas, …) pero qué duda cabe de que así se siente. Podríamos estar hablando de una muerte personal o al menos identitaria.
Cuando dejas de identificarte con esa relación (ya sea personal o laboral) se abre un espacio, un vacío. Y, según la Ley del Vacío, todo espacio vacío tiende a llenarse. Esto significa que, o bien estás muy atent@ o ese espacio vacío tenderá a llenarse con lo que haya disponible, sea lo que sea.
En el mejor de los casos, si has puesto tu atención a cuidarte y tu vibración está alta, atraerás a ese espacio vacío cosas, situaciones y personas de la misma frecuencia. Sin embargo, lo habitual es que cuando estás en una situación de ruptura de cualquier tipo, estés pasando un dolor, un duelo. Desde esa vibración, la invitación es a prestar atención a aquello que estamos dejando que entre en nuestro sagrado vacío.
Dado que la emoción vinculada a esta “muerte” es el dolor, tratamos de evitarlo. Esta evitación, hace que encuentres maneras habilidosas y, a veces, no habilidosas para escaparte de lo que sientes. Al final, para escaparte de ti mism@, para no enfrentarte a ser quien eres sin eso con lo cual te identificabas.
¿Quién soy sin esa persona? ¿Quién soy sin ese trabajo? ¿Quién soy sin ese lugar?
De pronto, nos enfrentamos a ser nosotros sin algo en lo que nos habíamos apoyado para identificarnos y, eso, ya no está. De pronto, la mente comienza a romantizar sobre lo que fue, eliminando cualquier atisbo de juicio negativo sobre el pasado. La memoria, caprichosa y fiel traicionera selecciona tan solo los mejores momentos. Dicen que, todo tiempo pasado fue mejor (o, como dicen Los Luthiers… Todo tiempo pasado fue anterior :))
Y, ahí estás tú, en medio del pasado elegido por tu nostalgia y del futuro aterrador elegido por tu miedo a lo desconocido. ¿Quién soy? ¿Qué hago?
Y la respuesta es que, quizás, solo te queda ser tú. Atreverte a ser tú. Atreverte a ser tú sin eso. Atreverte a ser tú con lo que hay. Atreverte a ser tú encontrando de nuevo tu eje, devolviéndote a casa, a tu centro. Solo te queda atreverte a volver a nacer de nuevo, con una gran ventaja: llevas contigo todo lo aprendido.
Y no, no es la historia de tu vida, siempre es diferente, siempre sales con algo nuevo, algún descubrimiento, alguna lección, alguna perspectiva que te ayudará para la siguiente prueba de la vida.
Habrá tiempos donde estar sol@ ahí fuera en el mundo pueda asustarte mucho, ser muy hostil y duro. Puede haber momentos en que el lugar donde estamos y la situación que estamos viviendo nos haga dudar de nuestra capacidad de manejar la incertidumbre.
Igual, incluso, alguien con sus mejores deseos de ayudar, nos lanza el mensaje “solo no puedes”. Y es aquí donde debes mirarte al espejo y encontrarte con lo más profundo de tu corazón y decir “yo me sostengo”, “yo soy suficiente”, “yo era antes de que esto pasara”, “yo soy algo más después de esto”, “yo tengo la capacidad para seguir viviendo”, “yo puedo tener una vida preciosa”, “yo merezco tener la mejor vida posible”, “yo confío en la Vida”, “confío en el amor”, “yo decido amarme”, “yo soy amor”.
Atrévete a ser tú con y sin. Pero atrévete a ser tú. Nadie más estará contigo todos los días de tu vida. Por lo tanto, tú te tienes a ti. Siempre te tienes a ti. Y hoy nos tenemos a amb@s.
Con todo mi amor, déjame recordarte hoy que “You have your back”, “Universe has your back”, “You’ll be ok, I’ll be ok”, “Everything will be ok”, “We will all be ok”.
Que hoy puedas, más que nunca, atreverte a ser tú con lo que hay ahora.
¡Un abrazo y ojalá seas tú todos los días de tu vida!